EL PAPEL PINTADO DE AMARILLO

El texto es una pieza gótica clave de la literatura feminista norteamericana que marcó un antes y un después en la percepción de la sociedad de principios del siglo XX respecto a la opresión médica hacia las mujeres de la época. Las ilustraciones buscan recrear el plano de la locura, la desesperación y la soledad de la protagonista apelando a la estética desbordante de los vestigios vitorianos.

The text is a pivotal gothic work in American feminist literature that significantly altered society’s perception of medical oppression towards women in the early 20th century. The illustrations aim to depict the realm of madness, despair, and loneliness experienced by the protagonist, drawing on the overflowing aesthetics of Victorian remnants.

texto /
text:
Charlotte Perkins Gilman

ilustraciones /
illustrations:
laura varsky

traducción /
translation:
Victoria león

editado por /
Edited by:
Avenauta
españa / spain

 

 

«Charlotte Perkins Gilman escribió El papel pintado amarillo, clásico gótico y feminista, después de una depresión posparto —nadie la llamaba así entonces, a fines del siglo XIX—. Imaginó a una mujer encerrada en una casa y atormentada por el papel de su habitación, que describe mucho, en detalle, como algo opresivo, vivo, amenazante, un reflejo de su claustrofobia y su desdicha. Laura Varsky, con inteligencia, la desobedece: ahí están las flores con sus espinas, las manos de mujer que se asoman, la intensidad intrincada de los detalles del papel; pero no hay nada ominoso, solo triste, en esa mujer atrapada que se tapa la cara con las manos, que se hace una con el amarillo, que cuando no está en posición fetal se aferra a los barrotes que no la dejan morir.»

Mariana Enriquez


«Charlotte Perkins Gilman penned ‘The Yellow Wallpaper,’ a classic piece that intertwines gothic elements with feminism, following a postpartum depression—though it wasn’t labeled as such in the late 19th century. She envisioned a woman confined within a house, tormented by the wallpaper in her room, which she vividly describes as something oppressive, alive, and threatening—a reflection of her claustrophobia and misery. Laura Varsky, with intelligence, disobeys this portrayal: there are flowers with their thorns, women’s hands peeking through, the intricately intense details of the wallpaper, but there is nothing ominous, only sadness in the trapped woman who covers her face with her hands, who merges with the yellow, who, when not in a fetal position, clings to the bars that won’t let her die.»

Mariana Enriquez